Olivorio Mateo

Amaury Germán Aristy

(13 de Abril de 1947 - 12 de Enero de 1972)

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Sinopsis

Fue un revolucionario dominicano, seguidor del coronel Francisco Alberto Caamaño, y uno de los líderes de la Guerra de abril de 1965 en la República Dominicana. Amaury era un joven que creía en los verdaderos valores e ideales políticos, y desde niño estuvo consternado con la política represiva y dictadura de Rafael Leónidas Trujillo. Durante todo el proceso de la Guerra de 1965, estuvo en complicidad con los verdaderos hombres que velaban por procurar la soberanía, paz y estabilidad del país.


Su vida

Nació el 13 de abril del año 1947, en Padre Las Casas, Azua, República Dominicana. Sus padres fueron Don Manuel Germán, el cual fue el primer síndico municipal de Padre Las Casas, y su madre Doña Manuela Aristy.

A la edad de 15 años se trasladó a Santo Domingo donde realizó sus estudios secundarios en el Liceo Juan Pablo Duarte, llegando a formar parte de la Sección Juvenil de la Secundaria perteneciente al Movimiento 14 de Junio, del que llegó a ser uno de sus más connotados dirigentes. Se entregó desde muy joven a las ideas políticas surgidas a raíz de la muerte de Rafael L. Trujillo.

En 1964, Amaury fue escogido de la Dirección de la Unión de Estudiantes Revolucionarios (UER) y de la Sección Juvenil de la Secundaria adscrita al Movimiento 14 de Junio, organización a la que llegó a ser uno de sus más connotados dirigentes.


Revolución de Abril

Amaury al igual que otros de sus compañeros revolucionarios, estuvo en contra del golpe de Estado a Juan Bosch el 25 de septiembre de 1963, así como también al Triunvirato. Obstinado por el acontecer del país en dicha época, se ve obligado a participar, junto a sus otros compañeros, activamente en la Guerra del 65, donde encabezó la dirección de los Comandos Constitucionalistas. Durante la revuelta bélica fue herido en una pierna, mientras se dirigían al asalto del Palacio Nacional.

En 1967, decide viajar a la ciudad de La Habana, Cuba, donde participó en la Conferencia Latinoamericana de Solidaridad (OLAS), donde fue elegido como vicepresidente de dicha conferencia; realizó allí contactos con el coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó, con quien coordinó un movimiento, el cual tuvo por nombre "Comandos de la Resistencia", el cual fue reforzado por seguidores de Caamaño, tanto en Cuba como en República Dominicana.

Amaury ingresó subrepticiamente al país en 1968 y organizó el grupo de “Los Comandos de la Resistencia” junto a Bienvenido Leal Prandy, Virgilio Perdomo y Ulises Cerón Polanco, con los cuales planificó y ejecutó acciones desestabilizadoras en contra del régimen de Joaquín Balaguer.

De alguna manera Los Palmeros quedaron incomunicados del coronel Caamaño, pero ese distanciamiento, cuyos promotores maniobraron intencionalmente para abortar la unidad de la izquierda, no fue óbice para que Amaury Germán Aristy continuara adelante con los preparativos tácticos y estratégicos para apoyar el proyecto revolucionario de Caamaño de sacar del gobierno a Balaguer e instaurar un gobierno socialista democrático.

Los organismos de inteligencia militares y policiales, unidos a los servicios de espionaje de la CIA, a finales de 1969 detectaron la presencia en el país de Amaury Germán Aristy, lo que desató una serie de apresamientos y torturas en contra de jóvenes revolucionarios en busca de informaciones sobre los contactos y el paradero del dirigente de izquierda.


Muerte

Cinco mil militares mantuvieron en vilo al país durante los incidentes que durante unas quince horas se registraron en las inmediaciones del kilómetro 13 de la autopista Las Américas, en contraste con dos únicos combatientes oponentes: Amaury Germán Aristy y Virgilio Pérez, quienes finalmente cayeron abatidos ante la embestida alrededor de las cinco de la tarde.

No conforme con su muerte física, los militares y policías mutilaron y quemaron los cadáveres de los valientes revolucionarios que lucharon de manera desigual, en armamentos, equipos y tropas, con las fuerzas represivas del gobierno.

El asesinato de Los Palmeros constituyó un duro revés para la lucha revolucionaria, sin embargo, el heroísmo de sus integrantes, su valentía y su ejemplo de combate y consagración representó un hermoso legado para las aspiraciones democráticas del pueblo dominicano.

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